Saturday, July 23, 2005

 

domingo XVII uretamendi

Este domingo Jesús por medio de parábolas nos acerca al Reino que él predica con palabras pero sobre todo con su vida.

Hoy en especial Jesús fija la mirada en aquel que descubre el Reino de Dios y mediante imágenes muy bien logradas nos transporta a los sentimientos que podemos tener cuando descubrimos el Reino: la alegría del tesoro encontrado y la inteligencia del buen mercader, que sabe cómo hay que invertir para encontrar lo más preciado.

Pero al fin y al cabo son aproximaciones a aquello que Jesús le quiere poner palabras y no puede. Algo parecido nos suele pasar a nosotros, que queremos poner palabras a lo que más apreciamos a lo que más queremos y siempre las palabras se nos quedan escasas. En efecto, el Reino será como un Tesoro, pero va más allá, supera el valor de lo material y mira a algo más arriba. Tal vez para eso Salomón es el mejor ejemplo, donde Dios le ofrece lo que quiere y Salomón pide sabiduría para reinar en su Reinado, petición que Dios mismo alaba.

Pero el Tesoro del Reino de Jesús va más allá de lo material y también va más allá de la propia sabiduría de Salomón. Pablo nos da una pista más en esta búsqueda del Tesoro de la vida: HERMANOS, SABEMOS QUE A LOS QUE AMAN A DIOS TODO LES SIRVE PARA BIEN. La clave, por tanto es el Amor. Un amor que es regalo, como el tesoro, un amor en el que uno o una es elegido por Otro, un amor que lo da todo como vente todo el comerciante de perlas; y un amor que apunta a ala glorificación por Cristo Jesús.

Por tanto hoy tenemos una pista más para seguir buscando el Tesoro, porque sabemos hacia dónde mirar para seguir buscando.

Pero como toda búsqueda del Tesoro es un camino lleno de peligros, equivocaciones y pistas falsas. En primer lugar el gran peligro de confundir los tesorillos con el Tesoro. Jesús habla de perlas, habla de Tesoros de cosas de gran valor; y a nosotros sin querer también se nos van los ojos detrás del valor del dinero y su fascinación. Y como con el dinero nos puede ocurrir lo mismo con otro tipo de seguridades tales como nuestras manías nuestro deseo de control de los demás, las envidias, etc.

Por tanto pidamos a Jesús que nos acompañe en la búsqueda del tesoro, pidamos que vayamos con él y que él nos ayude a descubrir cuál es el tesoro de verdad, el tesoro que merece la pena darlo todo.

Y como muestra un botón un pequeño cuento que nos pueda dar otra pista para seguir jugando a la búsqueda del tesoro.
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